Del ´86 al ´14, de un tirón
De un tirón se pueden conseguir muchas cosas. Recuerdo una vez, de niño,
una espina clavada en lo más profundo de mi pie izquierdo. Fue de un tirón como
la arranqué, con mis propias manos. Y no lloré, no porque no haya dolido, sino
porque mis amigos se burlarían de mi.
Es así, el acoso fue de siempre, no de
algunos psicólogos iluminados de hoy en día. Cosa de chicos.
También, de un tirón, podría haber obtenido la sortija del carrusel, y
ganarme una vuelta. Pues no. Si bien fue uno de mis sueños (si, de chico uno
sueña cosas gigantes, que el tiempo, con su paso, los termina transformando en
boludeces), nunca fue. De eso se ocupó el turco, de desculturalizar el país. Y
en ello entro también el conocido carrusel. Pero podría haber sido de un tirón.
Muchos de mis poemas salieron de mi corazón de un tirón. Son cuestiones
de escritura, pero no suelo reescribir mis versos. Prefiero que nazcan de un
solo empujón.
De un tirón.
De la misma forma, éste relato, cuento, recuerdo, o un conjunto de todo
ello, pretende salir de la misma forma. Mas allá de la ficción que escribí de
chico, la narrativa no es mi fuerte, no se me da. Pero, mientras me duchaba,
salió de un tirón, para ser coherentes, éste texto.
Y es un cuento que no está ajeno a la realidad. De hecho, ella es quien
me impulsó a hacerlo. Y las bases están, como no podría ser de otra manera, en un sábado 12
de julio de 2014 en la Argentina, en la Copa Mundial de Fútbol. Mañana la Selección Argentina de Fútbol disputará la final frente a una sólida Alemania
que se esta preparando desde hace mas de 6 años.
Inevitablemente no puedo no hacer alusión a la última victoria argentina
en una copa del mundo. Si, gente. Sé que ustedes saben que fue en el ´86. Como
no saber lo que se extraña tanto. Pues, ¿saben algo? Si, por supuesto que se
que saben que allí, en el ´86, quienes vivían salieron a festejar, gritar,
alentar, aplaudir los héroes que salieron a la cancha ese 29 de junio. Afónicos
deben de haber quedado con los goles del tata Brow, de Valdano. Y, por
supuesto, la cara roja de gritar el desempate de Burruchaga. Minuto ´83, ibamos
2-2. No quiero ni imaginar.
Pero, en fin, ganamos.
Campeones.
Por última vez,
hace 28 años.
Pues, nuevamente nos enfrentamos a Alemania, como también en la copa de
Italia ´90, donde por motivos mas políticos que estrictamente futbolísticos (y
aquí meto dentro todas las cometas y lados oscuros de la FIFA), nos chorearon el
mundial. No robaron, ni hurtaron, ni quitaron, ni sustrajeron. Nos chorearon la
copa.
Pero dije que esto, que sigue saliendo de un tirón, era parte también de
un recuerdo. Recuerdo que se hizo imaginación, imaginación de un momento que no
viví, que me contaron. Y que inevitablemente debo hacer una analogía (al estilo
de “Maradona ganó el mundial con 26 años, y Messí tiene 26 años”). Bien podría
ser para traer suerte a la selección para mañana, que bien complicado se las
trae el partido. Bien para hacer de buen padre, o de eterno enamorado, o de
simpático hijo.
Entonces, si nos encontramos en la ciudad de General Pico, cuna de una
industria anhelada, y que pinta no volver a resurgir. Hito donde el tren caló
profundo en las emociones de la gente. Pero también la ciudad donde aquel 29 de
junio, día frío y de viento, como no podría ser de otra manera en un invierno
pampeano, la gente salió a la calle a calentar la garganta al grito de “dale
campeón, dale campeón”, mientras se descorchaban sidras, y el humo de las
brasas para el asado empezaba a generalizarse en el horizonte. Y allí, en esa
ciudad, de festejo y gloria, y desconociendo lo que pasó antes y vendría
después, recuerdo que me contaron de una familia que asistió a los festejos
espontáneos de la gente.
Una familia pequeña. Una pareja donde el señor era un
tanto parecido a mi, pero mas flaco, y con el pelo mas oscuro. Una señorita, la
mas hermosa que he visto (o bueno, la segunda… o, quizás, la tercera. Esta
bien, que se lleve el bronce), de una sonrisa gigante. Y en brazos, una pequeña
que, en más de una ocasión, me hizo sacar canas verdes, a pesar
de ser la mayor. Pero que, salvo yo, nadie la jode. Vieron como son las leyes
de los hermanos…
Pasa que pensar en esa situación, la mayoría imaginada, me hace pensar,
indefectiblemente en mi. Y he aquí la relación entre todo éste conjunto de
recuerdos e imaginaciones.
Mañana, como bien dije, 13 de julio del año 2014, la Argentina vuelve a
jugar la final de una copa del mundo frente a Alemania, como en el ´86. Pero,
también, y es aquí donde quiero que se preste atención, sobre todo a los
cabuleros, me imagino a mi mismo mirando el partido. Y lo gracioso es que me
imagino, como en el ´86, frente a un televisor HD (lo blanco y negro lo dejo de
lado), mirando el arranque. Sosteniendo en brazos a mi hija, que espero que
también le saque canas verdes a alguien, cantando (o, mejor, tarareando) la
parte instrumental del himno nacional. Compartiendo unos mates con la vieja,
aunque tenga apenas 24 años, como en el ´86. Y, como no podría ser de otra forma
en nuestra querida provincia para la época, cagados de frío.
Me imagino, y no quiero ser mufa, como en el ´86, saliendo a festejar
otra copa del mundo, con mi hija en brazos, abrigada por la bandera nacional,
como hace 28 años lo hizo aquella familia piquense.
Y, quiero repetirlo. Detestaría ser mufa. Nunca fui de las cábalas. Pero
si no cuento ésta pequeña anécdota imaginaria, sería perder. Perder la
experiencia de que ustedes se den a la imaginación de ella. Perder, o mejor,
pecar de egoísta y guardármela para mí, como si tuviera algún sentido. O,
quizá, un presagio. Porque, quien escribe, lloró aquella jornada de julio del
´90. Con poco menos de un año, sufrió junto con cada argentino y argentina en
el país y el mundo el choreo de aquel mundial.
Pero, entonces… ¿Por qué dije presagio? ¿Acaso la historia está
destinada a repetirse? ¿O podremos, quizá revertir esa nueva final que espero
no mufar, para Rusia ´18?
Paso a paso, una gran frase en el fútbol. Mañana, a ésta misma hora
exactamente, éste relato tendrá dos opciones. O bien será acertado, o bien será
la mufa mas grande. Espero poder continuar con aquella tradición de la familia
piquense, y salir a festejar, como en el ´86, pero en el ´14.
No suframos, los muchachos son los mejores. Dejemos que el partido se
juegue de un tirón, que pase de un tirón.
Y que gane el mejor.
Que gane el
fútbol.
Sábado 12
de julio de 2014
Inédito.